A
veces parezco un hombre de mediados del siglo XIX, tan correcto, obediente y
humilde. Y otras un puto loco, donde mi ira llega a puntos extremos y es
difícil de controlar. Trabajo sin descanso y gano o mejor dicho gasto, lo justo
para mi sustento este hecho creo que me hace diferente. Además me siento bien y
alegre cuando me siento útil y puedo servir a otros. Pero no puedo dejar de
sentirme acosado por esa falta de respeto o de ética por los pensamientos de
otros. Hoy la humillación llegó a mi ego más profundo, maldije mi propia vida y
la mala suerte que había tenido durante años.
Logré
la calma cuando ya estaba en la cama; acompañado por mis pocas pertenencias y
arropado por casa que alquilo. ―Mañana será distinto― se dijo y una voz dentro
de mi cabeza no paraba de recordarme que la lucha por ser distinto, debía de
continuar.
Comentarios
Publicar un comentario