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Mostrando entradas de abril, 2011

BESO ROBADO

Hoy es domingo. Después de cinco años viendo pasar la muerte por mi lado, vuelvo a mi país. Las calles de la ciudad están llenas de gente, unos festejan el final de la guerra y otros nuestra llegada. Al bajar del barco el calor del gentío abrazó mi delgado cuerpo. Mis oídos colapsados de palabras confundían los gritos y silbidos con mi nombre. Comencé a buscar entre la muchedumbre a mi familia. Me encontré con la madre de Jorge un vecino del pueblo que me contó la terrible noticia: Mis padres habían fallecido en un accidente de coche. En mi espalda el frío comenzó a trepar. La tristeza, el odio y el miedo hicieron una mezcla caótica en mi mente. Por un momento no sabía quién era, ni qué hacia ahí, la mirada transparente de la madre de Jorge se clavó en mis ojos, pero yo estaba ausente. La dejé esperando a un hijo que pronto se reencontraría con ella y su pregunta quedó flotando en el aire sin respuesta: -¿Estas bien, querido?-. Corrí y corrí. Esquivaba a la gent

EMBRUJO

Como buscando resplandecer nace de la nada, respira mi aire adueñándose de mis fuerzas. Mi cuerpo se desvanece cayendo en la seducción de su idilio. Marca mis tiempos jugando con mis reglas desordenando, desorientándome. No puedo hallar mis recuerdos ni mi pasado, tantas veces evocado. Tan solo… pequeñas gotas de sal recorren mi piel, van derramándose lentamente, y yo… a cada paso que doy las voy recogiendo, desde el umbral de mis pies hasta el refugio de mis pechos. Niego su presencia, se entumece mi rostro. Sus dedos como finos puñales tocan mi espalda, clavándose y desatando ese dolor que me lleva al sueño y al embrujo de mil palabras encadenadas, que tejen la ilusión… elevándose en el llanto de mi alma. Graciela Giráldez