Divisiones
etéreas,
formas que se
dividen.
Hoy somos uno,
mañana dos,
pasado cuatro.
y al partir la
roca del olvido
no saber por
qué el dolor se multiplica.
Por qué el ojo
retiene la quietud de las alas,
de nuestras
alas sobre el viento.
¿Y si una
mitad de esa roca del olvido se desintegrara,
se convirtiera
en polvo, en nada?
Se doblaría el
alba bajo mis pies
y ciega
arrojaría su
luz transparente a los montes
tiñéndolos con
la curva de su hechizo.
O tal vez…
se dividiría
el universo
en las bocas
del mundo,
en las bocas
de mi mundo
dejando la
espalda sin lágrimas
en el amarillo
intimo del sueño.
No saber, ni
entender
por qué hay
que dividir la vida
para
comprender la vida de aquel.
Aquel, que se fue a buscar el viento
para
cicatrizar el dolor
porque no
soportó la división ni la diferencia
entre las
partes.
Mi nuevo libro en amazon.
Huellas nació al andar por los distintos caminos del pueblo donde vivo.
Comentarios
Publicar un comentario