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Pequeños textos - Aceptaciones



19 de marzo   


No tenía sueño. Me encontraba tumbado en la cama mientras reflexionaba sobre mis valores. Siempre creí practicar la humildad y ser generoso con los demás me hacía sentir diferente. En algunos aspectos me parecía a mi padre y eso, me llevaba a situaciones incómodas. Como cuando ese señor tan estirado y tan bien vestido me echó de aquel portal de mala manera burlándose de mis ropas. Lo empujé, se manifestó  mi agresividad, el lado oscuro de mi padre. Luego me arrepentí y gracias a Dios solo quedó en eso, un empujón. De camino a casa reflexioné: Pero qué tienen mis ropas, son un poco viejas, ya lo sé, sin embargo es cuestión de tiempo lo que tardaría en comprar cosas y ropas nuevas.

Me eché a reír con el sólo hecho de pensar, en el poco dinero que tenía en los bolsillos y en las cosas que poseía, que también eran pocas, pero ganadas con el sudor de mi frente. Miré la manta que me abrigaba y me acordé de aquella mujer a quien regalé la manta gruesa, regalo de mi madre. Ella necesitaba más que yo, dormía en un cajero con su hijo y a veces la encontraba a la intemperie cobijando a ese niño que parecía más pequeño entre los brazos de esa señora. Las palabras de mi madre siempre van conmigo y cuando me entregó la manta me dijo: Hijo, póntela por las noches para que te abrigue y así te acordaras de mí. Cómo olvidarme de mi madre, por más lejos que este de la casa siempre alguna reminiscencia viene a mi memoria, como por ejemplo: mi infancia, mi adolescencia y siempre, siempre quiero volver al pueblo.

He de aceptarlo por más años que tenga, mi madre es y será la única que me quiere de verdad.

Pasaban las horas y el sueño seguía sin acudir, comencé a dar vueltas y se me dio por mirar por debajo de las sábanas, estaba incomodo y me descubrí vestido, hasta con calcetines, los más gordos que tenía. No me acordaba como me había echado en la cama ni a qué hora, mis lagunas mentales me juegan malas pasadas. Solo se venía a mi mente aquel señor tan superficial que no se veía tan feliz y tal vez, sea una tontería compararme con él. 



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