28 de marzo
Días
como hoy que me levantaba deseoso de cariño, me arrepentía de haber apartado a
María de mi lado. Porque eso pasó, más que abandonarme, yo la alejé. Tenía una
sensación rara en mi cuerpo, los años compartidos con ella se hacían notar y el
agua de la ducha se clavaba en mi piel. Me hacía tiritar el deseo, no podía
dejar de sentir la necesidad de estar con ella. Cuando me pasan estas cosas me
cuesta pensar en otras cosas y relajarme. Giro el grifo y el agua sale más
caliente y creo que una vez más lograré aflojar todos los músculos del cuerpo.
Al
salir el gris de la calle se instaló en todo mi organismo. El frío calaba mis
huesos, pero tocaba calle y clientes que visitar así que; apresuré el paso y
poco a poco fui entrando en calor. Mientras caminaba hacia el primer cliente
pensaba en lo cansado que estaba de estar solo, en tener que encender la
televisión para desconectar mi cerebro y poder dormir. Tampoco quería volver a
caer en la bebida para tapar la soledad, lo del otro día no fue una solución
fiable.
Me
detuve ente un escaparate y mi reflejo era una imagen condenada por una
sociedad en la que no encajaba, pero tengo que resistir y subsistir a todo
golpe. Legué a compararme con un buen libro, tan interesante de leer, que todo
el mundo debía de opinar sobre cada página y guardar el punto de lectura, para
continuar al día siguiente.
―¡Vaya
asco de sociedad! ―pensó y siguió camino.
Al
acabar el día y después de recorrer todas las calles de la cuidad, no
encontraba el camino a casa. Pensaba lo lejos que quedaba mi destino y los pies
cansados marchaban como un piloto automático y el maletín que colgaba de mi
mano derecha en cualquier momento acabaría en el suelo. No sé en realidad de
dónde sacaba las fuerzas pero las sacaba para no terminar tirado en la acera. Al
doblar la esquina el mismo mendigo que la otra vez, estaba medio recostado en el
portal de una casa, parecía esperarme, le di lo suficiente para una buena cena
y para un par de días, a ver si tenía suerte y no lo encontraba por un tiempo. Me
guiñó el ojo a modo de complicidad y seguí mi camino.
El frío y las calles volvieron a traer a María a
mi mente. No sabía por qué la pensaba tanto, si ella ya había rehecho su vida y
ni siquiera se acordaba de mí. Me vuelve loco el pensar que no estoy en la vida
de nadie.
―Es
malo pensar tanto y recordar ―se dijo.
Y
pensar especialmente en ella más, me transformaba en algo que no me gusta. Aparece
mi ira en cada pensamiento. Cuando llegué a casa me miré en el espejo del
lavabo y me pregunté de dónde había sacado tanto rencor, si antes no era así. Salí
del baño sin encontrar respuesta. Cuando fui a poner a cargar el móvil, me di cuenta que mi amigo de toda
la vida me había mandado un mensaje.
«Oye, escucha este audio y vas a
entender muchas cosas»
Lo
empecé a escuchar. La persona que hablaba tenía una vos serena y me hizo pensar
en el ayer, en el hoy, en la vida que tuve y tenía; en mi interior, en conocerme
a mí mismo y la meditación. La meditación cosa nueva para mí que tendré que
investigar.
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