Hay que cuidar, hay que sentir la pasión de ese cuidado.
De los cuerpos; que como la poesía busca el sentimiento oculto en la palabra.
Refugiarse, dejarse absorber por la orilla que recrea el silencio, por ese
místico peligro que invadía mi juventud y lo plasmaba en personas que no quería
amar.
Resulta extraño mirar las fotografías de una época que
probablemente, acabó antes de que se dijese esa última palabra. Palabra que
quedó tan clavada como el alfiler que mi hermana hundía en el borde del molde
de costura. Juego ansioso derredor del papel, círculos, formas que terminarían
en un traje. Quién lo vestiría… Recuerdo que mientras trabajaba comenzaba a
indagar con esa voz tan solemne que penetraba en el oído. Sus ojos, faros de
luz, alumbraban el camino hasta mis pies. Ella gritaba, su niño lloraba y esa acción silenciosa no
llegaba nunca. Yo quería partir hacia la carta que faltaba en la baraja que
mezclaba nuestro padre en sus manos y arrojarme al mágico puente para
dejarme llevar por la posibilidad de
enamorarme. Me sanaba la conciencia el
no saber si ese amor me rompería el
corazón. Me quería ir. Desaparecer como la carta de la baraja, huir de esa
vampírica sombra de mi casa, pero me retenían.
Una noche que el arrepentimiento subía hasta el poste que
ahogaba las olas de mi saliva, llegamos al acuerdo de ser eso que necesitábamos
“hermanas e hijas”. Hijas de una madre que posiblemente lloraba allí donde se
encontraba y hermanas porque ya no había nada que ocultarnos ni que preguntar;
ya no había nada contaminado o enfermo
entre el sí y el no. Éramos una familia y había que aprender a cuidarse
mutuamente. Había que buscar en cada rincón de la casa esa nota musical para no
abandonar el sueño que prometía el espacio, había que sonreír sin obligación.
El silencio ya no podía pretender la falta de comunicación, no podía pretender que tomáramos la raíz del
problema y la plantáramos en medio de la sala para regarla cuando otro alud
tocara fondo en vez de buscar la
solución.
Hay que cuidarse; eso nos enseñaron y hoy las palabras en
ceremonia viven en libertad.
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