La huida
de las luces crece en el horizonte,
y nos ubica del otro lado del día.
¿Quién pudiera detener a las sombras?
Ni el tiempo, que con su perfecta forma
no puede construir un muro entre el hoy y el
ayer.
Se ancla la sombra en la luz,
la restaura y rasca de la superficie
el grito irremediable del hálito.
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