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Un fantasma en el desván


Se escuchan ecos de fantasmas macabros  en la tranquilidad de la mañana, cuando empiezo a quedarme sola. Brotan del café, de la silla, se dibujan en la pared y hasta se asoman por el techo. Ellos saben que estoy aquí, huelen mi miedo, escuchan mi  silencio. Miro por la ventana tratando de distraerme pero… siguen, me buscan, hostigan y hasta no dudan en comentar todos mis movimientos.
En un momento creo que están en el piso de arriba. Subo la escalera casi sin apoyar los pies en los peldaños, grito -¿quién está ahí?- no hay respuesta. Se acelera el corazón,  se entumece la sangre y la piel se eriza al coger el picaporte de la puerta del desván.  Sombras, humedad, alientos se aventuran a mi rostro. Enciendo la luz y en la habitación la nada tendida a sus anchas.

Graciela Giráldez – Octubre 2012.

Publicado en la revista Brotes digital nº 18 Diciembre del 2012

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