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La memoria y la literatura


Todo lo que hemos escuchado, leído o vivido, se transforma en recuerdo con el tiempo o en un nutritivo alimento para el escritor que vive dentro de nosotros.
Cada hora, cada día, cada noche o momento que te dedicas a escribir, ese escritor fluye a la superficie. Cubre nuestra piel con toda esa sustancia que hemos almacenado.
Sabemos que el trabajo del escritor no es solo escribir, sino que también debemos ser arquitectos y alfareros de nuestras historias, es decir la debemos construir, sacar lo que sobra, elegir las palabras y ser cautos a la hora de dirigirnos a nuestro lector, ya que es un bien preciado que debemos cuidar.
No se trata de copiar o plagiar los momentos que vivimos o las historias que leemos o que nos cuentan, de este tema ya hablaremos más adelante, sino de elaborar, de usar nuestra memoria y aquellos relatos que encontramos por el camino, junto con la literatura.


Vamos paso a paso.

El texto que redactamos es una parte del trabajo, es ficción o prosa literaria, es lo que imaginamos, lo que inventamos. Por otro lado están las vivencias, eso que te he dicho que encontramos en el camino. Este último elemento es el que nutre a la historia. Como decía un profesor que tuve hace algunos años ‹las vivencias son como una transfusión de sangre para los personaje›.
Cuando escribas estas anécdotas se fiel a tus sentidos y trata de revivir lo que ya has vivido o lo que has escuchado o visto.

Todo vale a la hora de escribir



Pero ojo no uses la memoria como una aspiradora para volcarlo todo al papel, sino como fuente de inspiración.

Gracias a una buena memoria podemos hacer una buena confección literaria. Cuando estemos narrando como cogemos una silla para sentarnos en la puerta de nuestra casa. La memoria nos traerá la silla de madera que cogíamos cuando éramos pequeños y nos sentábamos en la puerta junto con nuestros abuelos y no, la tumbona o la silla de plástico de hoy en día. Esto es inevitable, nuestra memoria alimenta nuestros escritos hasta en los detalles más pequeños.

Pero, siempre hay un pero diría una amiga mía, el escritor debe evitar la presión moral o psicológica que la memoria  quiere ejercer sobre nuestros textos, porque si no estaríamos hablando de una memoria selectiva y crearía lagunas sobre nuestros pensamientos más significativos.
La terea nuestra en realidad es: entrenar la memoria y captar todo lo que nos muestra hasta con un microscopio, debemos de tener siempre nuestros sentidos bien alerta a toda señal que nos manda.
Todo vale a la hora de escribir.
Esto lo dije antes? Pues sí. Pero, otro pero diría mi amiga. Hay que tener siempre como un tamiz en nuestra pluma y seleccionar momentos y recuerdos para definir con más claridad lo vivido.
La memoria divide los momento en escenas la creación literaria une esas escenas. Usa tu memoria sensorial, acuérdate que tenemos cuatro: visual, auditiva, olfativa y táctil, y cada una actúa en distintas partes de nuestro cerebro o encéfalo, por si no lo sabías o te habías olvidado. Así que, refuerza con emotividad los recuerdos tamizándolos y crea imágenes concretas, que las escenas cobren vida a través del papel, que el personaje este vivo, no lo dejes morir detrás de las paginas.
Recuerda que escribir es volver a vivir algo a través del corazón y donde la memoria no alcanza, la imaginación debe de llegar. Recuerda también, que las que debe de ser hermanas gemelas son las sensaciones no las historias.     
Esto de la memoria y la literatura se puede aplicar para escribir poesía. Porque la poesía y la prosa poética son también emociones vividas que se escriben a través del corazón. Estas emociones se deben pasar a través de un tamiz para encontrar esa voz poética y esa imagen perfecta que llegue a nuestros lectores cargada de sensaciones y sentimientos que lo conmueva y haga sentir los que realmente queremos que sienta.

Un ejercicio para poner en práctica esta teoría tan extensa.


Cuando estés con tus amigos, los de toda la vida en lo posible. Rememora algún hecho de la infancia que hayan compartido y escucha atentamente lo que relatan. Posiblemente y sin duda a equivocarme, sus recuerdos, aunque las circunstancias o situaciones hayan sido las mismas,  no serán igual a lo que tú recuerdas.  






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