Cuando los poros de la tarde
cicatrizan la herida
y el tren abandona su marcha
en las yemas del paisaje,
escribo.
Patinan palabras por el camino
que anduvieron tus manos,
toman mi cuerpo,
haciendo de él un segmento roto,
inerte,
que solamente vive
cuando lo amas tú.
El cielo se reserva su brisa
y extraño el soplo de tu sed en la almohada.
Sueño,
te encuentro en los acantilados del deseo
y te veo jugar con la cortina del delirio
que resguarda mi vientre
de esas noches que no estás.
No estás,
y se escapan las caricias de mis manos.
El viento las lleva,
viajeras besan las ramas que conducen
a esa noche en la que duermes
lejos de mi boca.
Mi voz viaja
en el ojo de una estrella y el cielo
la funde en tu almohada.
Me acerco a tus sueños,
regalándome la gloria de tus días,
la reconquista de ese ángel rebelde
que se aferra al pasado.
Y así,
creeré que por lo menos hoy,
nuestros sueños dormirán juntos.
Publicada en, el tren de abril, año 2014.
Gracias Anna Visitare el tuyo.
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