El acero contra las vías
perfora la razón,
poda las preguntas,
el aire,
y las ideas penden de un hilo
sobre los pensamientos.
Quieres extirpar el nervio
de ese algo que grita
en el delirio de la velocidad,
como quien desclava
los recuerdos de los mapas.
Y entonces,
en ese instante,
es cuando la claridad escapa de tu mente
y esa voz
se encarna en la sombra.
Publicado en el Tren de abril, año 2014
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