3 de abril
Amaneció
con un cartón al cuello y tirado en una calle. Se olvidó de todo, hasta del
perro que estaría esperando en la oscura vivienda que alquilaba dos calles más
abajo. El alcohol lo atrapó, otra vez, y por emborracharse, se juntó con gente
no muy recomendable. Se levantó como pudo y buscó su billetera; se dio cuenta
que no la tenía, buscó las llaves y sus dedos duros las dejaron caer sobre el cartón
haciendo un ruido sordo. Las miró maldiciendo, porque al agacharse, sus piernas,
le recordaba que los años no vienen solos. Las recogió y marchó a su casa. Ya
llegaría el momento de ir a hacer la denuncia por el robo o pérdida del documento;
primero debía asearse y sacar al perro y tratar de encontrar a aquella mujer
que días atrás habló con él tan animosamente.
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