En mi cuarto, donde los sueños dejan estela y la esperanza vuelve a nacer, me elevo. Floto en un aire que emana destellos de luz y refleja mi sombra encarcelándola en la pared.
La luz guía mis pasos por los ladrillos roídos por el tiempo y en su ambigüedad, viajo hacia un horizonte y más allá… la nada.
Voy hacia ella. La nada me recibe abriendo de par en par sus puertas, me da confianza ofreciéndome su mano, envolviéndome; atrayéndome me toma en sus brazos pero… me suelta, haciendo que sucumba a su vacio.
Camino por un suelo de nada, atravesando un laberinto de quimeras. Un calor cautiva mi cuerpo; llevándome hasta una llama que se abre en abanico cercando las salidas y dejándome capturada en ella. Un eco retumba en las paredes del fuego que muestra mi crispada sombra encarcelada en la pared de mi cuarto.
El pensamiento vuela, tratando de comprender por qué todo se pierde en la nada y por qué se disipa todo en temores.
Veo en la llama mis ojos reflejados, y entre ellos y yo… la nada. Formando remolinos de espejismos que revela el egoísmo y el capricho del saber… que ya ni recuerdo cuanto tiempo hace que mis manos olvidaron el sabor de su piel.
Una ventana se aproxima a mi mirada, como rayo fugaz me ciega, mostrándome la salida de este infierno. Salto la ventana me proyecto a una ciudad sin tránsito, con gente que ríe, con semáforos que cambian colores brillantes, disparatados y calles bordadas de flores que huelen a barro.
Camino por la ciudad admirando la paz que escoltan mis pasos y me llevan hasta la puerta de mi cuarto, donde la nada se esfuma y vuelvo a soñar…
Graciela Giráldez
Gabriela, esta relato es tremendamente precioso además me resulta muy poético y con el que me encuentro identificada, con esa nada que algunas veces nos lleva al vacio.
ResponderEliminarMe ha encantado el desarrollo del final más esperanzador.
Me ha gustado leerte.
Besitos.
Sí, creo que todos o por lo menos la mayoria nos sentimos identificados, con esa nada que nos seduce paso a paso y nos acerca a ese vacío que por momentos creemoas que viene de afuera y que en realidad llevamos dentro. Y en otros momentos tan locos creemos que lo llevamos dentro ese vacío y en realidad es el mundo que se refleja en nosotros, haciendonos creer cosas que en realidad no existen.
ResponderEliminarUn beso